la Biblia habla de un pueblo llamado Israel.

De principio a final, la Biblia habla de un pueblo llamado Israel.  Dios tiene una relación especial con este pueblo. Pero, hoy en día, ¿quién es Israel?  ¿Son sólo los judíos, o la iglesia cristiana?  Este estudio apunta a aclarar estas dudas. Los creyentes necesitamos saber qué lugar ocupamos en el pueblo de Dios.
¿QUIÉN ES ISRAEL?
Los libros de política o historia dicen que los israelitas son las personas que han nacido o tienen ciudadanía en el moderno Estado de Israel.  Algunos dicen que Israel lo conforma todos los judíos, dondequiera que vivan.  Otros aseguran que la Iglesia Cristiana ha venido a tomar el lugar bíblico que ocupaban los israelitas.  ¿Quién tiene la razón?

La respuesta está a simple vista: en la Biblia.  Pero debemos escudriñar y seguir la pista a este pueblo a través de la Palabra de Dios para poder descubrir la verdad. Este conocimiento es un tesoro que ha estado escondido, pero que en estos tiempos está saliendo a la luz.  En lo personal, ha sido un privilegio descubrir lo que veremos en este estudio, y con gusto comparto con ustedes lo que he ido aprendiendo.  

Para saber quién es Israel, debemos primero conocer el origen de este pueblo.

UN PUEBLO ESCOGIDO
De Génesis capítulo uno al once, la historia bíblica habla de la humanidad en general.  Todos venimos de Adán, y todos venimos de Noé y sus hijos.  Ésta es la historia del origen de todos los hombres.

Pero a partir del capítulo 12 de Génesis hasta Apocalipsis, la Biblia se enfoca en una nación en especial: Israel.  En el libro de Génesis vemos cómo Dios formó esta nación de un hombre que no tenía hijos, y de una familia que no tenía tierra.

El padre del pueblo escogido era Abraham, quien fue llamado para formar esta nación especial.
(Genesis 12:1-2)  Pero el Eterno había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.  Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.

Dios escogió a Abram y a sus descendientes, y prometió que los bendeciría. Entonces, ¿la bendición de Dios sólo iba a ser para Abram y sus descendientes? ¿Qué de las otras familias y naciones? Debemos seguir leyendo para saber; la Biblia sigue diciendo:
(Gen. 12:3)  Y bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré: y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.

A través de Abraham y su familia, la bendición de Dios va a alcanzar a todas las familias de la Tierra.


LA PROMESA
Dios le prometió a Abraham que le daría “tierra y descendencia”.  Se requería de fe para creer en esta promesa, ya que Abraham tenía más de 90 años y su mujer era estéril.  Además vivían en Canaán como extranjeros, y como tales no se les permitía comprar tierra.  Pero Dios hizo un pacto eterno con Abraham.
(Gen. 17:7-8) Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.  Y te daré a ti, y a tu descendencia después de ti, la tierra en que moras, toda la tierra de Canaán en heredad perpetua; y seré el Dios de ellos.

De nuevo, Dios le confirma a Abraham que la bendición que le daría a él y a su familia redundaría en beneficio de toda la humanidad.
(Gen. 22:18)  En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste mi voz.

A través de la simiente de Abraham serían benditas todas las naciones de la tierra.  Sin embargo, antes de bendecir a todos, tenía que formar esta nación para cumplir con Su propósito.
HEREDEROS DE LA PROMESA
De todos los hombres sobre la faz de la Tierra, Abraham fue el elegido por Dios para formar una nación que traería bendición a todas las familias del mundo.

Pero, ¿cómo podría conformar una nación si él y su mujer no tenían hijos?  Además de eso, Abraham tenía 75 años cuando fue llamado.  Lo que para ellos era imposible, para Dios no era un problema.  Lo que Él promete, lo cumple.  A los cien años le nació el “hijo de la promesa”: Isaac.

Pero antes, tratando de “ayudar” a Dios, Sara sugirió a Abraham tener un hijo con su sierva, Agar.  Así lo hicieron, y nació Ismael.  Pero Dios no necesita ayuda, y Él les aclaró que ese hijo no era el de la promesa.  Lo que hicieron Abraham y Sara les trajo muchos problemas familiares (Gen. , que han trascendido las generaciones, y hoy se refleja en el conflicto árabe-israel (ambos pueblos descendientes de Abraham).

Luego de la muerte de Sara, Abraham tuvo otra mujer, y con ella tuvo más hijos.
(Génesis 25:1-2)  Y Abraham tomó otra esposa, cuyo nombre era Cetura;  (2)  la cual le dio a luz a Zimram, a Jocsán, a Medán, a Madián, a Isbac y a Súa.

Sin duda Ismael y los hijos de Cetura son hijos de Abraham.  Pero la Biblia señala que no todos son herederos de la promesa: Tierra y descendencia.  Todos los hijos de Abraham recibieron herencia, pero la promesa sólo la heredó Isaac.
(Génesis 25:5-6)  Y Abraham dio todo cuanto tenía a Isaac.  (6)  Y a los hijos de sus concubinas dio Abraham dones, y los envió lejos de Isaac su hijo, cuando aún él vivía, hacia el oriente, a la tierra oriental.

Sólo Isaac quedó en Canaán, la Tierra de la promesa.


CONFIRMA LA PROMESA
Cuando hubo hambre en la tierra, Isaac consideró marcharse en busca de alimento.  Pero Dios lo detuvo, y le dijo que permaneciera en Canáan.  Allí mismo le confirmó el Pacto que había hecho con Abraham.
(Gen. 26:1-6)  Y hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar.  (2)  Y se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te diré.  (3)  Habita en esta tierra, y seré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu simiente daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre.  (4)  Y multiplicaré tu simiente como las estrellas del cielo, y daré a tu simiente todas estas tierras; y todas las naciones de la tierra serán benditas en tu simiente,  (5)  por cuanto oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes.  (6)  Habitó, pues, Isaac en Gerar.

Dios confirmó a Isaac la promesa que le hizo a Abraham:
à Tierra
à Descendencia
à Bendición a todas las naciones de la Tierra


HIJOS DE ISAAC
Isaac tuvo dos hijos gemelos.  Uno pensaría que ambos iban a ser herederos de la promesa…pero no fue así.

En términos humanos, la herencia y la primogenitura le hubieran tocado a Esaú, el gemelo que nació primero.  Pero Dios tenía otros planes.  Desde que ambos estaban en el vientre de su madre, Dios determinó que el segundo sería el primero.  Dios sabía que Esaú iba a rechazar su primogenitura y a menospreciar el llamado especial que tenía su familia, mientras que Jacob lo anhelaba con toda su alma.

Tal vez nos cueste entender por qué un hermano es aceptado y otro es rechazado, pero Dios sabe por qué lo hace.  Nuestra falta de entendimiento no le resta nada a la bondad y justicia perfecta de Dios.  Sus planes son perfectos, y para bien de todos.

Pablo explica esto de la siguiente manera:
(Romanos 9:6-16)  …porque no todos los que son de Israel son israelitas;  (7)  ni por ser simiente de Abraham, son todos hijos; sino que: En Isaac te será llamada descendencia.  (8)  Esto es: No los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino los que son hijos de la promesa son contados por simiente.  (9)  Porque la palabra de la promesa es ésta: A este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo.  (10)  Y no sólo esto, sino también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre  (11)  (aunque aún no habían nacido sus hijos, ni habían hecho bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras de la ley sino por el que llama),  (12)  le fue dicho a ella: El mayor servirá al menor.  (13)  Como está escrito: A Jacob amé; mas a Esaú aborrecí.  (14)  ¿Qué, pues, diremos? ¿Que hay injusticia en Dios? ¡En ninguna manera!  (15)  Porque a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia; y me compadeceré del que yo me compadezca.  (16)  Así que no es del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia.

Al bendecirlo, Isaac transfirió la promesa divina a Jacob (no a Esaú).
(Gen. 28:3-4)  Y el Dios omnipotente te bendiga y te haga fructificar, y te multiplique, hasta venir a ser multitud de pueblos;  (4)  Y te dé la bendición de Abraham, y a tu simiente contigo, para que heredes la tierra de tus peregrinaciones, que Dios dio a Abraham.

Dios se lo confirmó a Jacob en un sueño.
(Génesis 28:12-15)  Y soñó, y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo: y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella.  (13)  Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella, el cual dijo: Yo soy Jehová, el Dios de Abraham tu padre, y el Dios de Isaac: la tierra en que estás acostado te la daré a ti y a tu simiente.  (14)  Y será tu simiente como el polvo de la tierra, y te extenderás al occidente, y al oriente, y al norte, y al sur; y todas las familias de la tierra serán benditas en ti y en tu simiente.  (15)  Y he aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que vayas, y te volveré a esta tierra; porque no te dejaré hasta tanto que haya hecho lo que te he dicho.

HIJOS DE JACOB
Jacob tuvo 12 Hijos.
¿Quién de ellos heredó la promesa divina de “tierra y descendencia”?  Por primera vez, todos fueron incluidos en la promesa (Gen. 35:22-26).
(Salmo 105:6-15)
Oh vosotros, simiente de Abraham su siervo, hijos de Jacob, sus escogidos.  (7)  Él es Jehová nuestro Dios; en toda la tierra están sus juicios.  (8)  Se acordó para siempre de su pacto; de la palabra que mandó para mil generaciones,  (9)  del pacto que hizo con Abraham; y de su juramento a Isaac.  (10)  Y lo estableció a Jacob por decreto, a Israel por pacto sempiterno,  (11)  diciendo: A ti daré la tierra de Canaán, como porción de vuestra heredad.  (12)  Cuando ellos eran pocos en número, y extranjeros en ella;  (13)  cuando andaban de nación en nación, de un reino a otro pueblo;  (14)  No consintió que hombre los agraviase; y por causa de ellos castigó a los reyes.  (15)  No toquéis, dijo, a mis ungidos, ni hagáis mal a mis profetas.
¿Quiénes fueron herederos de la promesa que Dios hizo a Abraham de tierra y descendencia?
No todos los hijos de Abraham…sólo Isaac.
No todos los hijos de Isaac…sólo Jacob.
Pero de todos los hijos de Jacob, los doce fueron incluidos.

El pueblo de Israel lo conforman los descendientes de Jacob, también llamado Israel.

“Israel” es el nuevo nombre que Dios designó a Jacob cuando éste estaba regresando a la Tierra Prometida, luego de 20 años de exilio.
(Gen. 35:9-15)  Y se apareció otra vez Dios a Jacob, cuando se había vuelto de Padan-aram, y le bendijo.  (10)  Y le dijo Dios: Tu nombre es Jacob; no se llamará más tu nombre Jacob, sino Israel será tu nombre: y llamó su nombre Israel.  (11)  Y le dijo Dios: Yo soy Dios Omnipotente; crece y multiplícate; una nación y conjunto de naciones procederán de ti, y reyes saldrán de tus lomos.  (12)  Y la tierra que yo he dado a Abraham y a Isaac, la daré a ti: y a tu simiente después de ti daré la tierra.  (13)  Y se fue de él Dios, del lugar donde con él había hablado.  (14)  Y Jacob erigió una columna en el lugar donde había hablado con él, una columna de piedra, y derramó sobre ella libación, y echó sobre ella aceite.  (15)  Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar donde Dios había hablado con él, Betel.

En Betel, Dios le confirmó a Jacob la promesa que había hecho con su abuelo Abraham y su padre Isaac.  Jacob ya había recibido esta promesa 20 años antes, en ese mismo lugar (Gen. 28).  En ese entonces, Jacob estaba huyendo de su hermano Esaú, quien lo quería matar por haberse quedado con la bendición del primogénito.  Pero ahora que Jacob regresaba a la Tierra Prometida, junto con toda su familia, Dios se lo volvió a comfirmar a él y a su descendencia.

Jacob recibió el nombre de “Israel”, y sus doce hijos serán llamados “los Hijos de Israel”.   Todos ellos serán parte de la promesa de “Tierra y descendencia”.

Éstos son los hijos de Jacob (Israel) en el orden de su nacimiento:

1.    Rubén
2.    Simeón
3.    Levi
4.    Judá
5.    Dan
6.    Neftalí
7.    Gad
8.    Aser
9.    Isacar
10. Zabulón
11. José
12. Benjamín


¿12 ó 13 TRIBUS?
Cada uno de los hijos Jacob se convirtió en cabeza de las 12 Tribus de Israel.  Pero, ¿sabía usted que en realidad hay 13 tribus?  Permítame explicar…

Cada hijo de Israel recibió el derecho a formar una tribu del pueblo de Israel, excepto por José que recibió dos.  Los dos hijos mayores de José: Manasés y Efraín, fueron adoptados por Jacob como hijos, y como tales les fue dado a cada uno el derecho a formar una tribu entre el pueblo de Israel.
(Génesis 48:5-6)  Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos:  (6)  Y los que después de ellos has engendrado, serán tuyos; por el nombre de sus hermanos serán llamados en sus heredades.

¿Por qué a José le fueron dadas dos tribus en lugar de sólo una?  Esta era parte de la doble herencia que recibía el primogénito.

Para entender esto, debemos saber lo que representaban los derechos de primogenitura en tiempos bíblicos.  Esto lo veremos en la próxima publicación (Dos Casas, parte 4)…
DERECHOS DE PRIMOGENITURA
Antes de morir el patriarca de una familia, éste reunía a sus hijos a su alrededor para bendecirlos.  Al primogénito lo bendecía de una manera especial, ya que éste se convertiría en el próximo patriarca de la familia.  La gran responsabilidad del primogénito iba acompañada de ciertos privilegios…

Los derechos del primogénito eran los siguientes:
a.  Autoridad en la familia (patriarcado)
b.  Doble porción de la herencia
c.  El Nombre del padre (algo así como el “apellido”, hoy en día)

En el caso de Jacob, su primogénito, el primer nacido, era Rubén.  Sin embargo, él no recibió la “bendición de la primogenitura”.
(Gen. 49:1-4)  Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de acontecer en los postreros días.  (2)  Juntaos y oíd, hijos de Jacob; y escuchad a vuestro padre Israel.  Rubén, tú eres mi primogénito, mi fortaleza, y el principio de mi vigor; principal en dignidad, principal en poder.  Impetuoso como las aguas, no serás el principal, por cuanto subiste al lecho de tu padre; entonces te envileciste, subiendo a mi estrado.

La Biblia cuenta que Rubén se acostó con una de las concubinas de Jacob (Gen. 35:22).  Esto le costó su primogenitura.

Pero si Rubén no recibió la bendición de primogénito, ¿a quién le fue dada?  Los que le seguían en orden de nacimiento eran Simeón y Levi, pero tampoco ellos recibieron este derecho por la vergüenza que hicieron pasar a Jacob al vengarse de la violación de su hermana Dina (Gen. 34).
(Génesis 49:5-7)  Simeón y Leví son hermanos: Instrumentos de crueldad hay en sus habitaciones.  (6)  En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro.  (7)  Maldito su furor, que fue fiero; y su ira, que fue dura: Yo los apartaré en Jacob, y los esparciré en Israel.

Ni Rubén, ni Simeón, ni Levi recibieron la bendición del primogénito.  En el primer libro de Crónicas explica a quien le fue dado este privilegio:
(1 Crónicas 5: 1-2)  Los hijos de Rubén primogénito, de Israel (porque él era el primogénito, mas como violó el lecho de su padre, sus derechos de primogenitura fueron dados a los hijos de José, hijo de Israel, y no fue contado por primogénito; bien que Judá llegó a ser el mayor sobre sus hermanos, y el príncipe de ellos; mas el derecho de primogenitura fue de José.

Los derechos de primogenitura (autoridad, doble porción y el nombre del padre) fueron divididos entre José y Judá.  Veamos uno por uno:

a.  AUTORIDAD  (para Judá)
A Judá le fue dada la autoridad entre los hijos de Israel.
(Génesis 49:8-10)  Judá, te alabarán tus hermanos: Tu mano en la cerviz de tus enemigos: Los hijos de tu padre se inclinarán a ti.  (9)  Cachorro de león es Judá: De la presa subiste, hijo mío: Se encorvó, se echó como león, así como león viejo; ¿quién lo despertará?  (10)  No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Silo; y a él se congregarán los pueblos.

Judá recibió el honor de ser la tribu real de Israel, representada por el “cetro”, símbolo de gobierno. De su linaje iban a venir los reyes de Israel, el primero de los cuales fue David.  [Nota: el primer rey fue Saúl, de la tribu de Benjamín, pero él fue el rey conforme al deseo del pueblo, mientras que David fue el rey conforme al corazón de Dios].

La bendición que Jacob le dio a Judá es una “sombra profética” del Mesías Yeshua (Jesús), quien viene de la tribu de Judá, específicamente del linaje de David.  La palabra “Silo” literalmente significa: el Enviado.


b.  DOBLE PORCIÓN (para José)
Como ya mencionamos, el primogénito recibía una doble porción de la herencia.  En el caso de Jacob, él dio la doble porción a José, en la forma de tribus.

A José le tocaron dos tribus, representadas por sus hijos Efraín y Manasés (Gen. 41:50-52).  Ambos hijos habían nacido en Egipto, pero Jacob los adoptó.  Así fueron recibidos al mismo nivel que el resto de la descendencia de Jacob (Gen. 48:5-6).  Esta es una bella imagen de cómo el Señor adopta a los gentiles para formar parte de la familia de Dios (Rom. 11:24-26; Rom. 8:14-17).

La tribu de “José” se multiplicó en dos: tribu de Efraín y tribu de Manasés.  Por esta razón se sabe que eran 13 tribus.  Sin embargo, la Biblia habla de 12 tribus de Israel porque en la repartición de la Tierra Prometida se les dio territorios a todas las tribus (12), menos a Levi, ya que esta tribu fue apartada para servir a Dios.  A ellos sólo se les asignaron ciudades levitas repartidas por todo el territorio de Israel.

c.  El Nombre del Padre (para José)
Cuando Efraín y Manasés fueron adoptados por Jacob, uno de ellos recibió uno de los derechos del primogénito: el nombre del padre.
(Génesis 48:8-16)  Y vio Israel los hijos de José, y dijo: ¿Quiénes son éstos?  Y respondió José a su padre: Son mis hijos, que Dios me ha dado aquí.  Y él dijo: Acércalos ahora a mí, y los bendeciré.  Y los ojos de Israel estaban tan agravados por la vejez, que no podía ver.  Les hizo, pues, acercarse a él, y él les besó y les abrazó.  Y dijo Israel a José: No pensaba yo ver tu rostro, y he aquí Dios me ha hecho ver también a tu descendencia.  Entonces José los sacó de entre sus rodillas, y se inclinó a tierra.  Y los tomó José a ambos, Efraín a su derecha, a la izquierda, de Israel, y Manasés a su izquierda, a la derecha de Israel; y los acercó a él.  Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito.  Y bendijo a José, diciendo: El Dios en cuya presencia anduvieron mis padres Abraham e Isaac, el Dios que me mantiene desde que yo soy hasta este día, el Ángel que me liberta de todo mal, bendiga a estos jóvenes; y sea perpetuado en ellos mi nombre, y el nombre de mis padres Abraham e Isaac, y multiplíquese en gran manera en medio de la tierra.

Jacob no sólo los adoptó, sino que les dio la bendición de Abraham (tierra y descendencia).  Además, dijo que en ellos sería perpetuado su nombre: Israel.

Pero, entre los dos hijos de José, uno iba a ser “el mayor”, quien se quedaría con el derecho de la primogenitura...y para sorpresa de José, no iba a ser el hijo que nació primero.
(Gen. 48:17-22)  Pero viendo José que su padre ponía la mano derecha sobre la cabeza de Efraín, le causó esto disgusto; y asió la mano de su padre, para cambiarla de la cabeza de Efraín a la cabeza de Manasés.  Y dijo José a su padre: No así, padre mío, porque éste es el primogénito; pon tu mano derecha sobre su cabeza.  Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.  Y los bendijo aquél día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés  Y puso a Efraín antes de Manasés.  Y dijo Israel a José: He aquí yo muero; pero Dios estará con vosotros, y os hará volver a la tierra de vuestros padres.  Y yo te he dado a ti una parte más que a tus hermanos, la cual tomé yo de mano del amorreo con mi espada y con mi arco.”

[Nota: En la tradición hebrea, la mano derecha bendice al mayor, la izquierda al menor.]

En la bendición a los hijos de José, Jacob profetizó que Manasés iba a ser un pueblo grande.  Pero luego señaló que Efraín, iba a ser el principal, y su tribu iba a formar una Multitud de naciones (Melo HaGoyim).  Esta palabra en hebreo significa literalmente; “plenitud de los gentiles”.

Como toda profecía, las palabras no se entienden en el momento, sino hasta después…  Seguramente José y sus hijos no sabían lo que estas palabras significaban.  Pero ahora, con el beneficio de la retrospectiva histórica, podemos entender lo que Jacob quiso decir.  Esto es precisamente lo que descubriremos a lo largo de este estudio…Veremos el rol que jugará Efraín, y quiénes son ahora.

Tal vez mucha gente pasa por alto estos detalles de la primogenitura entre el pueblo de Israel, pero son datos importantes para entender quién conforma el pueblo de Israel, y cómo se dividieron.  También es importante para entender la distinción que se hace entre Judá y Efraín en la profecía bíblica.  Por ahora, lo que debemos entender es que a Efraín le fue dado el derecho de llevar el nombre de “Israel”.
En tiempos de Roboam, hijo de Salomón, la nación de Israel se dividió en dos:


1. CASA del JUDÁ
Conformada por 2 tribus: Judá y Benjamín
Bajo el liderazgo del rey Roboam, quien se quedó con Jerusalén como su capital, donde se encontraba también el Templo.

2. CASA de ISRAEL
Conformada por 10 tribus: Rubén, Simeón, Efraín, Manasés, Aser, Neftalí, Gad, Zabulón, Isacar, Dan.
Bajo el liderazgo de Jeroboam, quien estableció su capital en Samaria.


En cuanto a la tribu de Levi, recordemos que estaba dispersa por todo el territorio de Israel.  A ellos les había sido asignada su habitación en las 48 ciudades levitas, en medio de todas las tribus (Josue 21).

SE LLEVARON EL NOMBRE
Es importante notar que las Tribus del Norte se llevaron el nombre de “Israel”.
¿Por qué?  ...Porque era su herencia.

Como ya mencionamos (en la parte 4), el nombre del padre (Israel) le era asignado al primogénito, y el derecho de primogenitura le fue otorgado a José (1 Cro. 5:1-2).  También como primogénito, José recibió doble herencia, y le fueron dadas dos tribus en nombre de sus hijos: Manasés y Efraín.  Pero de ellos dos, quien se quedó con la bendición de primogénito fue Efraín (Gen. 48), y con ello recibió el honor de quedarse con el nombre de Israel.   Por ello, en la división del reino, la tribu de Efraín se llevó el nombre de “Israel”, y por ende el reino del norte se puso el nombre de: Casa de Israel.

Aunque Roboam era el rey legítimo del linaje de David, su reino quedó con el nombre de “Casa de Judá”, por ser de la tribu de Judá.  Benjamín fue la única tribu que permaneció fiel a Judá, posiblemente porque en su territorio se encuentra el Templo y la capital del reino, Jerusalén.  A ellos se les unió posteriormente la tribu de Levi, no sólo los que estaban en su territorio, sino los demás que salieron huyendo del norte por las malas decisiones que tomó Jeroboam, como veremos a continuación…

REINO DEL NORTE
Jeroboam fue elegido por las tribus del norte como su primer rey.  Al principio todo iba bien, pero después Jeroboam llegó a sentirse inseguro y vulnerable.  Él temía que en cualquier momento le quitaran su posición como rey electo.  
(I Reyes 12:26-27)  Y Jeroboam se dijo en su corazón: Ahora el reino volverá a la casa de David  si este pueblo continúa subiendo a ofrecer sacrificios en la casa del SEÑOR en Jerusalén, porque el corazón de este pueblo se volverá a su señor, es decir a Roboam, rey de Judá, y me matarán y volverán a Roboam, rey de Judá.

Todas las tribus de Israel iban a Jerusalén tres veces al año, para asistir al Templo a celebrar las Fiestas del Señor (Lev. 23).  Al ir a Jerusalén tan frecuentemente, Jeroboam temía que sus súbditos vieran que Roboam había cambiado, y quisieran regresar con el rey de Judá, descendiente de David.

Para evitar que las tribus del norte regresaran con Roboam, Jeroboam diseñó un plan que contemplaba lo siguiente:

a.  Sustituir el lugar de adoración
b.  Sustituir los sacerdotes
c.  Cambiar el calendario bíblico

La estrategia era cambiar el sistema religioso de las tribus del norte con el fin de evitar que ellos fueran a Jerusalén a adorar a Dios.

Ahora veremos, una a una, las medidas establecidas por Jeroboam como parte de su plan para conservar su reinado…

a.  Sustituyó el lugar de adoración
(I Reyes 12:28-30)  Y habiendo tenido consejo, hizo el rey dos becerros de oro, y dijo al pueblo: Bastante habéis subido a Jerusalén; he aquí tus dioses, oh Israel los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.  Y puso uno en Bet-el, y el otro en Dan.  Y esto fue causa de pecado; porque el pueblo iba a adorar delante uno hasta Dan.

Jeroboam revivió la adoración al “becerro de oro”, tal como lo hicieron los israelitas en el desierto (Exo. 32).  Más que un “ídolo pagano”, ese becerro era una imagen falsa de Dios, quien los había sacado de Egipto.

¿Cómo pudo el pueblo aceptar tal cosa?  Probablemente fue por conveniencia.  Jeroboam puso dos becerros de oro: uno en Betel, en la frontera sur de su reino, y el otro en Dan, en el extremo norte.  Los israelitas que vivían al norte ya no tenían que peregrinar largas distancias para “adorar a Dios”, pues lo podían hacer en Dan.  Los que vivían al sur ya no tenían que cruzar la frontera hacia Judá, pues tenían su lugar de adoración en Betel.

Ciertamente los que se opusieron a esto fueron los levitas, y por ello Jeroboam tomó la siguiente medida…


b.  Sustituyó los sacerdotes
Los levitas conocían la Palabra de Dios, y no se prestaron a la manipulación de Jeroboam. Por ello el rey nombró a otros “sacerdotes” que sirvieran en el nuevo sistema de adoración que él estaba inventando.
(I Reyes 12:31)  Hizo también casas sobre los lugares altos, e hizo sacerdotes de entre el pueblo, que no eran de los hijos de Leví.

El rol de los levitas entre todos sus hermanos era enseñar la Torá.  Por eso, Dios los había dispersado entre todas las tribus de Israel, en 48 ciudades levitas.  Las otras tribus les daban de sus diezmos, y así podían dedicarse a su rol asignado por el Señor.  Pero cuando Jeroboam cambió el sacerdocio, los levitas que vivían en el norte tuvieron que salir huyendo.
(II Crónicas 11:15)  Y los sacerdotes y levitas que estaban en todo Israel, se juntaron a él desde todos los lugares donde vivían.  Porque los levitas dejaban sus ejidos y sus posesiones, y venían a Judá y a Jerusalén; pues Jeroboam y sus hijos los excluyeron del ministerio de El Eterno.  Y él designó sus propios sacerdotes para los lugares altos, y para los demonios, y para los becerros que él había hecho.


c.  Cambió el calendario bíblico
Para evitar que los israelitas del norte desearan ir a Jerusalén a celebrar las Fiestas del Señor en sus tiempos establecidos, Jeroboam estableció una nueva fiesta para ser celebrada entre las tribus del norte.
(I Reyes 12: 32-33)  Entonces instituyó Jeroboam fiesta solemne en el mes octavo, a los quince días del mes, conforme a la fiesta solemne que se celebraba en Judá; y sacrificó sobre un altar. Así hizo en Bet-el, ofreciendo sacrificios a los becerros que había hecho.  Ordenó también en Bet-el sacerdotes para los lugares altos que él había fabricado.  Sacrificó, pues, sobre el altar que él había hecho en Bet-el, a los quince días del mes octavo, el mes que él había inventado de su propio corazón; e hizo fiesta a los hijos de Israel, y subió al altar para quemar incienso.

El nuevo sistema de adoración establecido en la Casa de Israel fue convirtiéndolos poco a poco en una nación que parecía más gentil que israelita, alejada de sus raíces hebreas y las costumbres instruidas por el Señor en Su Torá.
(Oseas 8:11-12)  Porque multiplicó Efraín altares para pecar, tuvo altares para pecar.  Le escribí las grandezas de mi ley, y fueron tenidas por cosa extraña.

Pero Dios los va a llamar al arrepentimiento…
Las 10 tribus del Norte, es decir, la Casa de Israel, se apartaron de los caminos de Dios.  Ante esto, Dios les envió profetas para llamarlos al arrepentimiento, entre los cuales estaba Oseas…




MENSAJE DE OSEAS
Dios escogió al profeta Oseas para hablarle a la Casa de Israel.  El mensaje no eran tan sólo palabras, sino era la vida misma del profeta.

¿Qué dijo Dios que haría con la Casa de Israel?
(Oseas 1:2)  Cuando por primera vez el SEÑOR habló por medio de Oseas, el SEÑOR le dijo: Anda, toma para ti a una mujer ramera y engendra hijos de prostitución; porque la tierra se prostituye gravemente, abandonando al SEÑOR.

El matrimonio entre un profeta y una prostituta fue un escándalo social en el Reino de Norte.  Pero Dios lo permitió para servir como ejemplo.  Si ellos se escandalizaban por eso, también deberían sentirse apenados por hacer lo mismo al Señor, ya que con su idolatría habían caído en adulterio espiritual.

(Oseas 1:3-9)  Fue, pues, y tomó a Gomer, hija de Diblaim; y ella concibió y le dio a luz un hijo.  (4)  Y el SEÑOR dijo a Oseas: Ponle por nombre Jezreel, porque dentro de poco castigaré a la casa de Jehú por la sangre derramada en Jezreel, y pondré fin al reino de la casa de Israel.  (5)  Y sucederá que en aquel día quebraré el arco de Israel en el valle de Jezreel.  (6)  Ella concibió otra vez y dio a luz una hija. Y el Señor le dijo: Ponle por nombre Lo-ruhamá, porque ya no me compadeceré de la casa de Israel, pues no los perdonaré jamás.  (7)  Pero me compadeceré de la casa de Judá y los salvaré por el SEÑOR su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.  (8)  Después de haber destetado a Lo-ruhamá [lit. no compadecida], ella concibió y dio a luz un hijo.  (9)  Y el Señor dijo: Ponle por nombre Lo-ammí [lit. No pueblo mío], porque vosotros no sois mi pueblo y yo no soy vuestro Dios.


Oseas tuvo tres hijos con Gomer, y los nombres de ellos llevaban un mensaje profético a la Casa de Israel: Si no se arrepentían, el Señor ya no les extendería más su misericordia y dejarían de ser Su pueblo.

El resto del libro de Oseas presenta las advertencias que Dios le dio a la Casa de Israel (también conocido como Efraín), en caso que no se arrepintieren...

à Los sacará de la Tierra Prometida, y vivirán como los gentiles.
(Oseas 9:3)  No quedarán en la tierra de El Eterno, sino que volverá Efraín a Egipto y a Asiria, donde comerán vianda inmunda.

à Se desconectarán de los tiempos de Dios, y dejarán de celebrar las fiestas bíblicas.
(Oseas 2:11)  Haré cesar todo su gozo, sus fiestas, sus nuevas lunas y sus días de reposo, y todas sus festividades.

à No serán fructíferos ni prósperos.
(Oseas 9:16-17)  Efraín fue herido, su raíz está seca, no dará más fruto; aunque engendren, yo mataré lo deseable de su vientre. Mi Dios los desechará, porque ellos no le oyeron; y andarán errantes entre las naciones.

...y muchas otras consecuencias...

Dios también envió otros profetas al Reino del Norte (Israel), con mensajes similares:

*  Mensaje de Ahías:
(I Reyes 14:15)  El SEÑOR, pues, herirá a Israel, como se agita una caña en el agua, y El arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres, y los esparcirá más allá del río Eufrates, porque han hecho sus Aseras, provocando a ira al SEÑOR.

*  Mensaje de Amós:
(Amós 9:9)  Porque he aquí yo mandaré y haré que la casa de Israel sea zarandeada entre todas las naciones, como se zarandea el grano en una criba, y no cae un granito en la tierra.

ASIRIA CONQUISTA LA CASA DE ISRAEL
A pesar de los tantos llamados y advertencias, la Casa de Israel no se arrepintió.  Por lo tanto, les vino todo aquello que les había sido advertido…
(II Reyes 17:21-23)  Porque separó a Israel [10 Tribus del Norte] de la casa de David [2 tribus del Sur], y ellos hicieron rey a Jeroboam hijo de Nabat; y Jeroboam apartó a Israel de en pos de El Eterno, y les hizo cometer gran pecado.  Y los hijos de Israel anduvieron en todos los pecados de Jeroboam que él hizo, sin apartarse de ellos, hasta que El Eterno quitó a Israel de delante de su rostro, como él lo había dicho por medio de todos los profetas sus siervos; e Israel fue llevado cautivo de su tierra a Asiria, hasta hoy.

Debido a la desobediencia y la falta de arrepentimiento de lsrael (las 10 Tribus del Norte), a pesar de décadas de profecías, el Señor permitió que el enemigo los venciera.   El Reino del Norte fue conquistado por el Imperio de Asiria, y fueron llevados al exilio.

La táctica de conquista de los asirios era desarraigar a los pueblos sometidos, y trasladarlos a otra región conquistada, con el propósito de controlarlos de una manera más efectiva.  No sólo serían pueblos sometidos sino que también desarraigados.  Nadie estaría en su propia tierra, sino que vivirían en tierra ajena, lo cual haría más fácil controlarlos y más difícil que se sublevaran.

Esto fue lo que le sucedió a la Casa de Efraín (llamada Israel): fue desarraigada y dispersada.  Además, dado que habían perdido su identidad hebrea, habiendo abandonado la Torá y todas sus costumbres, terminaron perdiendo su identidad en el exilio, y se asimilaron entre las naciones paganas a donde fueron enviados.



CASA DE JUDÁ
¿Qué pasó con el Reino del Sur (Casa de Judá)?  ¿Sufrieron el mismo destino que sus hermanos del norte?

Oseas también profetizó a la Casa de Judá, pero el mensaje era muy diferente:
(Oseas 1:7) Mas de la casa de Judá tendré misericordia, y los salvaré por el Eterno su Dios; y no los salvaré con arco, ni con espada, ni con batalla, ni con caballos ni jinetes.

Luego que de haber conquistado el Reino del Norte, el ejército asirio siguió su camino hacia el sur.  Llegaron hasta Jerusalén y la sitiaron por muchos días.

Humanamente, daban su caso como perdido.  Pero el poder humano no está sobre el poder divino.  Quien determina quién gana y quién pierde en la batalla es Dios, y no las circunstancias.  La Casa de Judá recibió las palabras de Oseas, Isaías y los demás profetas, y rectificaron sus caminos…por eso, Dios los salvó.
(II Reyes 19:32-37)  Por tanto, así dice el SEÑOR acerca del rey de Asiria: El no entrará en esta ciudad, ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo, ni levantará terraplén contra ella.  (33)  Por el camino que vino, por él se volverá, y no entrará en esta ciudad--declara el SEÑOR.  (34)  Porque defenderé esta ciudad para salvarla por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David.  (35)  Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel del SEÑOR e hirió a ciento ochenta y cinco mil en el campamento de los asirios; cuando los demás se levantaron por la mañana, he aquí, todos eran cadáveres.  (36)  Senaquerib, rey de Asiria, partió y regresó a su tierra, y habitó en Nínive.  (37)  Y sucedió que mientras él adoraba en la casa de su dios Nisroc, Adramelec y Sarezer lo mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat. Y su hijo Esar-hadón reinó en su lugar.
Restauración Final

Hemos venido hablando de cómo la familia de Israel (Casa de Jacob), las doce tribus, se dividieron en dos reinos: Israel (10 tribus del norte) y Judá (2 tribus más los levitas).  La Casa de Jacob ha estado dividida por siglos, al punto que ya no se reconocen como hermanos.  Pero esta separación no durará para siempre.




Jeremías profetizó acerca de las dos familias de la Casa de Jacob…
(Jeremías 33:23-26)  Vino palabra del Eterno a Jeremías, diciendo:  ¿No has echado de ver lo que habla este pueblo, diciendo: Dos familias que el Eterno escogiera ha desechado?  Y han tenido en poco a mi pueblo, hasta no tenerlo más por nación.  Así ha dicho el Eterno: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob.  Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia.

(Jeremías 23:3-6)  Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán.  Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice el Eterno.  He aquí que vienen días, dice el Eterno, en que levantaré a David renuevo justo, y reinará como Rey, el cual será dichoso, y hará juicio y justicia en la tierra.  En sus días será salvo Judá, e Israel habitará confiado; y este será su nombre con el cual le llamarán: El Eterno, justicia nuestra.

También el profeta Ezequiel recibió revelación divina de la restauración de las dos casas de Israel.  El capítulo 37 es crucial para entender esto.  Este capítulo comienza con la visión que tuvo el profeta en un valle, el cual estaba lleno de huesos secos.

Algunos han interpretado que esos huesos secos son los judíos, pero el texto claramente señala que es la “Casa de Israel”.

(Ezequiel 37:11-14)  Me dijo luego: Hijo de hombre, todos estos huesos son la Casa de Israel.  He aquí, ellos dicen: Nuestros huesos se secaron, y pereció nuestra esperanza, y somos del todo destruidos.  Por tanto, profetiza, y diles: Así ha dicho el Eterno el Señor:  He aquí yo abro vuestros sepulcros, pueblo mío, y os haré subir de vuestras sepulturas, y os traeré a la tierra de Israel.  Y sabréis que yo soy el Eterno, cuando abra vuestros sepulcros, y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío.  Y pondré mi Espíritu en vosotros, y viviréis, y os haré reposar sobre vuestra tierra; y sabréis que yo el Eterno hablé, y lo hice, dice el Eterno.

A continuación, Ezequiel recibió la revelación de la restauración entre Judá y Efraín.
(Ezequiel 37:15-23)  Vino a mí palabra del Eterno, diciendo:  Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él:  Para Judá, y para los hijos de Israel sus compañeros.  Toma después otro palo, y escribe en él:  Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.  Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.  Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?, diles:  Así ha dicho el Eterno el Señor:  He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.  Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos, y les dirás:  Así ha dicho el Eterno el Señor:  He aquí yo tomo a los hijos de Israel de entre las naciones a las cuales fueron, y los recogeré de todas partes, y los traeré a su tierra;  y los haré una nación en la tierra, en los montes de Israel, y un rey será a todos ellos por rey; y nunca más serán dos naciones, ni nunca más serán divididos en dos reinos.  Ni se contaminarán ya más con sus ídolos, con sus abominaciones y con todas sus rebeliones; y los salvaré de todas sus rebeliones con las cuales pecaron, y los limpiaré; y me serán por pueblo, y yo a ellos por Dios.

Oseas recibió la misma revelación, y escribió:
(Oseas 1:11)  Y se congregarán los hijos de Judá y de Israel, y nombrarán un solo jefe, y subirán de la tierra; porque el día de Jezreel será grande.


UN SOLO PUEBLO
Dios nos ha revellado  através de Isaías que Él no se ha olvidado de Efraín ni de Judá.  Aunque estén dispersos, él va a juntar a un remanente.  Los reunirá y los traerá de vuelta a la Tierra que Él escogió.  
(Isaías 11:11-13)  Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que El Eterno alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.  Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.  Y se disipará le envidia de Efraín, y los enemigos de Judá serán destruidos.  Efraín no tendrá envidia de Judá, ni Judá afligirá a Efraín.

Históricamente ha habido conflicto entre hermanos: Efraín (los gentiles) y Judá (el pueblo judío).  Pero Dios va a sanar esa enemistad y envidia.  Tal vez ahora no se reconozcan, pero lo harán, de la misma manera en que José reconoció a sus hermanos cuando ellos llegaron a buscar alimento a Egipto, y él era gobernador.  Primero los reconoció José, y luego él se dio a conocer.  Esa es una sombra de lo que pasará con la Casa de Efraín y la Casa de Judá en los últimos tiempos.

Pablo escribió:
(Efesios 2:11-22) Por tanto acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne.  En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.  Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.  Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo UNO, derribando las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.  Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre.  Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.


Cuando los descendientes de Efraín reconozcan que forman parte de Israel físico, entonces se acabará el conflicto que hay entre hermanos, entre Efraín y Judá.  Al reconocer los descendientes de Efraín su verdadera identidad, entonces comenzarán a actuar como verdaderos israelitas.  Ya no tendrán envidia de los judíos.  También llegará el día en que los judíos reconocerán a su hermano Efraín.

El mismo Caifás, sumo sacerdote en Jerusalén en el año en que Jesús fue crucificado, profetizó acerca del papel que el Mesías jugaría en la redención de toda la casa de Israel.  Juan lo explicó de la siguiente manera:
(Juan 11:49-52)  Entonces Caifás, uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo:  Vosotros no sabéis nada; ni penséis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación perezca.  Esto no lo dijo por sí mismo, sino que como era el sumo sacerdote aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por la nación, sino también para congregar en uno a los hijos de Dios que estaban dispersos.


Jesús vendrá a derribar los muros de separación entre las dos casas de Israel.  Caerá la religiosidad de unos y el paganismo de otros, y volverán a unirse como un solo pueblo.  La división se acabará.  Solamente habrá UN PUEBLO de Israel con UN SOLO DIOS, UN MESÍAS y UNA TORÁ.  Ambas casas deben seguir el mismo plan divino para alcanzar la plena restauración de Israel.

La restauración de Israel será en el marco del Nuevo Pacto.  Pero, ¿en qué consiste el Nuevo Pacto que hará el Eterno con Israel y Judá?
(Jeremías 31:31-34)  He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá.  No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno.  Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.  Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: conoce al Eterno; porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice el Eterno; porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado.

Ni Judá ni Israel (Efraín) han podido cumplir con toda la ley de Dios.  “No hay justo, ni aún uno” (Rom. 3:10).  Pero Dios nos ayudará a que podamos vivir en el orden que Él ha establecido gracias a que Él grabará en nuestros corazones Su Ley.  Nos va a ser natural obedecer.  El Nuevo Pacto no cambió la ley, sino el lugar donde estaba escrita.
(Ezequiel 36:24-28)  Porque os tomaré de las naciones, os recogeré de todas las tierras y os llevaré a vuestra propia tierra.  (25)  Entonces os rociaré con agua limpia y quedaréis limpios; de todas vuestras inmundicias y de todos vuestros ídolos os limpiaré.  (26)  Además, os daré un corazón nuevo y pondré un espíritu nuevo dentro de vosotros; quitaré de vuestra carne el corazón de piedra y os daré un corazón de carne.  (27)  Pondré dentro de vosotros mi espíritu y haré que andéis en mis estatutos, y que cumpláis cuidadosamente mis ordenanzas.  (28)  Habitaréis en la tierra que di a vuestros padres; y seréis mi pueblo y yo seré vuestro Dios.

El Eterno va a unir a las dos Casas. Ya no van a ser dos pueblos, sino serán UNO.  Tanto los Hijos de Israel (Efraín) como los Hijos de Judá (los judíos) dejarán sus propios caminos, y se volverán al Eterno y preguntarán por las “sendas antiguas” que llevan a Sión.
(Jeremías 50:4-5)  En aquellos días y en aquel tiempo, dice el Eterno, vendrán los hijos de Israel, ellos y los hijos de Judá juntamente; e irán andando y llorando, y buscarán a el Eterno su Dios.  Preguntarán por el camino de Sion, hacia donde volverán sus rostros, diciendo: Venid, y juntémonos al Eterno con pacto eterno que jamás se ponga en olvido.

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