El efecto de la productividad

Debemos aprovechar las oportunidades que se nos presentan, y no vivir deseando las que otros tienen. Ser productivos en lo poco, y el Señor nos dará aún más.

                                                   
Eclesiastés 9:10
Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Debes adquirir conocimiento y sabiduría para hacer tu trabajo con tus fuerzas. La gente dice: “¿Cómo puedo saber cuál es la voluntad de Dios?”. Pero lo que venga a tu mano, hazlo; lo que mejor puedas hacer, hazlo. Goza el trabajo que haces. A veces no tienes una palabra angelical que te diga qué hacer, pero debes hacer lo que a tu mano viene, y hacerlo bien, para el Señor. Debes tomar las decisiones según la inteligencia y sabiduría que Dios te ha dado. No siempre necesitamos que Dios nos hable, sino usar lo que El ya nos ha dado. Pensar según lo que Dios ya ha puesto en nosotros.

Verso 11
Me volví y vi debajo del sol, que ni es de los ligeros la carrera, ni la guerra de los fuertes, ni aun de los sabios el pan, ni de los prudentes las riquezas, ni de los elocuentes el favor; sino que tiempo y ocasión acontecen a todos.

Salomón está diciendo que no es de los ligeros la carrera, no es de los elocuentes el favor; no todos tienen el mismo talento, el mismo llamado. Se trata de oportunidad, ocasión.

Tal vez no seas ligero, ni elocuente, ni fuerte, ni sabio; quizás no tengas la oportunidad que otros tienen, pero seguramente, tienes la tuya.

La gente se vive quejando por lo que no tiene; por la oportunidad que no han tenido, en vez de aprovechar la que sí tiene. Igualdad de oportunidades no hay. Hay quienes dicen: “Es que si yo hubiera tenido la oportunidad de aquel”, pero no la tuviste. En vez de estar viendo eso, enfócate en la oportunidad que sí tienes. ¿Cuántos reconocen que han desperdiciado en su vida más de alguna oportunidad? Tú mismo has tenido la tuyas. Decir que todos tendrán las mismas, eso no es posible. Desde el principio, Dios no fue igual con Abel y Caín. Con Abel fue distinto, porque él fue obediente y le agradó. A veces, queremos que nos den iguales oportunidades, pero no queremos igual responsabilidades.

Salomón observó y dijo que había visto que no es de los sabios el pan, de los elocuentes el favor, sino que a todos les llega su oportunidad de un tipo o de otro. Cuando yo estaba en la universidad, en una ocasión, me fui a ver una venta de hot dogs, y empecé a calcular cuánto ganaban con ese negocio. Ese hombre que estaba ahí no dijo: “Yo no tuve la oportunidad de ir a la universidad”, sino que usó lo que tenía. Las oportunidades le llegan a todos, pero cuando estás codiciando las de otros, no ves la tuya, porque tu corazón está tan lleno de envidia que no aprovechas la tuya.

Cuando yo jugaba voleibol, aproveché la oportunidad que me dieron, no me puse a pensar si medía 1.80 o no. Hice lo que podía hacer, lo que tenía la oportunidad en ese momento. Siendo estudiante, tomé la oportunidad de ir al zoológico a predicar, eso era con lo que contaba en ese momento. Cuando me invitaban a predicar, era porque el predicador invitado fallaba, pero aproveché bien la banca. Dije: “Esta es la oportunidad que tengo”. Algunas personas pueden decir: “El mejor jugador de baloncesto mide dos metros, tiene 5% de grasa corporal, es moreno, así quién no juega”. Pero pregúntale cómo era cuando no jugaba en el equipo, cuando no lo aceptaron; pero se preparó, entrenó duro y regresó; entonces, fue aceptado. Quizás, en lugar de estar llorando por las oportunidades que otros tienen, debes pedir perdón por las que tú mismo perdiste y decirle a Dios que no dejarás pasar otra oportunidad.

Debes aprovechar que tienes un trabajo. Hazlo bien hecho para la gloria de nuestro Señor. No es de los fuertes, no es de los elocuentes, es del que toma su oportunidad. Enfócate en tu realidad y vívela para el Señor.

Mateo 25:14-29
Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les entregó sus bienes. Y a uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos. Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos. Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos. Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos. Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Llenado también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. Pero llenando también el que había recibido un talento, dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste; por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. Respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y recojo donde no esparcí. Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es mío con los intereses. Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos. Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

¿Cree que Dios se complace de la gente que lo estudia? Eso sólo lo convierte en un estudiante. ¿Cree que recompensa a los que lo estudian? Por eso es que la gente que sólo lo estudia no conoce el concepto “justicia de Dios”, sólo opina de cómo deben hacerse las cosas, pero no hace nada. Aquí llamó a sus siervos, a sus trabajadores. ¿Cuántos de ustedes le han dicho al Señor: “No te siento”? No es cuestión de sentir, es de saber que El está aunque no lo sintamos. Que esté lejos, no quiere decir que no seamos responsables de lo que nos dio.

Algunos le viven pidiendo al Señor que venga pronto, pero otros quieren que tarde un poco más, porque no están preparados para entregar cuentas. Vive la vida sabiendo que las cuentas se entregan en cualquier momento. El ser humano nace con dos miedos: el de no ser alimentado y no ser cuidado. Pero algunos le tienen miedo a todo. Nosotros no tenemos que combatir los miedos que no tienen nada que ver con nuestro éxito. Por ejemplo, yo le tengo miedo a las alturas, pero ese miedo no determina mi éxito. Fuera otra cosa si yo quisiera ser aviador. ¿Cuál es el miedo que te detiene a ti en tu vida? ¿Dónde lo aprendiste? ¿Cuánto te han detenido tus temores? Este hombre por miedo lo enterró. El Señor le quitó al que tenía uno y dijo que se lo dieran al que tenía diez. Eso es algo que uno no comprende. En el reino de los cielos, le quitan el talento al que lo escondió y se lo dan al que más produjo. Como empresario, no puedes darle a uno diez mil quetzales para que los vaya a perder de nuevo; sino que se los das al más productivo.

El total de bienes que les dio el Señor entre todos fue de 8. Les repartió según su capacidad. Por lo tanto, no todos van a trabajar igual. En tu empresa, debes aprender a reconocer tus capacidades. Al primero le dio el 62.5% de todos los bienes; al segundo, le pasó el 25%, y al tercero, le dio el 12%. La oportunidad no fue la misma en lo que recibieron, pero sí fue igual en cuanto a recibir una oportunidad. Al que le dieron más le van a pedir más. Lo que produjeron no lo produjo Dios, sino que ellos. La producción fue de 100% en el primero y en el segundo, pero el tercero produjo 0%. El total ahora es de 15 talentos.

Ahora el porcentaje de distribución cambió, así: El primero tiene el 66.7%; el segundo tiene el 26.7% y el tercero el 6.66%. Después de la primera oportunidad que le dieron, bajó al 6.66. Que a uno le den la oportunidad, no es garantía de nada. Los tres tuvieron su oportunidad. Después de eso, hay una nueva distribución. En la nueva distribución, le agregaron un talento más, ese  no lo produjo, sino que Dios lo premió. Al segundo, no le dieron más, porque no es lo mismo manejar dos que cinco, y al tercero se le quitó lo que tenía. El primero tiene 11, el segundo 4 y el tercero 0. La nueva distribución de porcentaje es: del 62 pasó al 66, y de éste al 73.3% como premio. El segundo está en el 26.7.

El primero produjo con su premio 120%, el segundo 100% y el tercero nada. Y como consecuencia de la falta de trabajo del tercero, no lograron producir el 100% entre todos. Quiere decir, que si uno de nosotros no da lo mejor de sí mismo, esto afecta el resultado global.

Di: “Señor, yo me niego a ser la tercera persona y no voy a pasar al 0%, sino seré dirigente fiel para que tú me premies. Amén”.

Hay una anécdota que se vive a diario en los deportes. A un deportista profesional, que es el mejor en su deporte, no sólo le pagan bien, gana las copas, sino que lo patrocinan. Le dan todo para que juegue, le pagan el hotel, el carro, lo mandan en avión y, además, gana bien. Las mismas marcas patrocinan  a otro, pero éste no juega bien y llega el día que los patrocinadores lo llaman y le dicen que han decidido quitarle el patrocinio. Entonces el argumenta: “Al primer lugar, le dan todo y él no lo necesita, mejor dénmelo a mí”. Ellos responden: “Tiene razón, lo necesita más usted, pero él se lo merece”.

Por la parábola de los talentos, comprendo que el Reino de los cielos es así. Toda nuestra vida debe enfocarse en hacer bien las cosas, porque Dios no es un dios que sólo siente. Nosotros a veces sólo sentimos y no pensamos; dejemos de sentir un poco y hagamos algo. ¿Cuántos de ustedes pueden decir que alguna vez en la vida han actuado como ese tercero, que han perdido algo que más de alguna vez tuvieron? Por eso estás aquí hoy para aprender cómo son las cosas. ¿Cuántos han aprendido que cuando les han dado una pequeña oportunidad y la han aprovechado bien, han crecido? Entonces, ya han conocido una ley del Reino, no la violen. Si ya sabes cómo funciona el Reino, entonces ya sabes cómo conducirte en el mismo. Dentro de todas las cosas que Dios te da, tal vez no son las que querías, pero son las que te tienes. Cuando Dios vea que aprovechaste esa oportunidad que a tus ojos era pequeña, te dará más.

Si el que tenía un talento hubiera producido uno, el que cinco, lo hubiera escondido y el que diez, diez, la historia hubiera cambiado. ¿Qué tal si hubiera sido a revés? Yo conozco gente a la que no le han dado una oportunidad, sino que muchas. No dejes que la tuya cambie de manos por no apreciarla. Debemos pedirle a Dios perdón por no aprovechar las oportunidades que nos ha dado. Nos han dado la vida, la salud y, a veces, las desperdiciamos. Debemos cambiar la manera de actuar.